COMIENZO

Para muchas personas el iniciar una nueva etapa en su vida supone un cambio de pensamiento y de aceptación de nuevos retos que afrontar. Pero ello debe ser siempre en búsqueda de horizontes que produzcan beneficios en todos los ámbitos: personal, social, laboral, etc.
Este es uno de ellos en mi vida. No es imposible pensar que la ruptura de esquemas anticuados (léase y entiéndase: romper paradigmas antiguos); sólo depende de la intención y de la voluntad que uno le ponga a esta aventura firme por buscar mejorar en la vida.
Todo lo que nos ocurre nos trae consigo una experiencia y a la vez una enseñanza. ¿Quién no aprendió alguna vez de sus errores? La criatura humana, sin importar edades, aprende contínuamente y no dejamos de cometer en muchos casos errores que se pueden subsanar. Tú y yo lo sabemos.
Pero insisto una vez más, debemos tener el pleno conocimiento de eso y la firme voluntad para el cambio y el desarrollo a lo positivo y beneficioso.
Más de una vez escuché y leí sobre la necesidad de realizar cambios para no caer en las tediosas rutinas que descuadran y traen abajo nuestros "castillos" que tanto nos costó construir: proyectos, formas de vida, metas, situaciones que vivimos actualmente, relaciones personales,...
Todo ello depende de nosotros, yo diría en un 90% y el restante porcentaje a factores que no están a nuestro alcance o sobre los cuales no podemos modificarlos a nuestro entero deseo, pero que sí son susceptibles de ser manejados de forma tal que se pueden convertir en nuestros firmes y buenos asideros conjuntamente con el 90% que ya es nuestro.
Este espacio pretende dar a conocer algunos proyectos personales que espero sean no sólo de agrado tuyo sino que puedan motivarte a seguir siendo alguien con más proyección de vida y encontrar aquellos pasos que dejaste en tu desarrollo y desenvolvimiento dentro de nuestra gran casa llamada mundo.
Un abrazo y bienvenido(a) a nuestro espacio, sí, nuestro espacio: tuyo y mío.

ENTRE MÚSICA Y DIBUJOS

Casi todo el tiempo estoy imbuido en la música, aquella que me lleva sobre sus alas hacia el descanso espiritual, animándome a escuchar al Universo quieto y complejo, de donde se despiertan las musas de la creación. Cada día es una cuota de vida al recibir y dar de uno. Es como si con nuestras palabras y actitudes, dibujáramos sobre los demás bellos paisajes que les alivien su carga, y de quienes recibimos esa energía propiamente dicha que al ser compatibilizada se hace fuerte base de nuestro andar el camino de nuestro día.
Quiero creer que cada uno tiene ese sencillo conocimiento de ser útil para la vida, desde varias perspectivas y en diferentes entornos: personal con uno mismo, personal con su pareja, familiar con cada uno de los miembros de su célula familiar, social y amical.
Debemos ser como esos artistas que más allá de esperar recibir aplausos y reconocimientos justos, dan de sí para hacer brillar el rostro de los demás con una sonrisa abierta y sincera, alimentar el espíritu con un solaz de quietud enriquecedora, aumentar el contenido de amor en el corazón de todos.
Podemos y tenemos que ser músicos y dibujantes de la vida, lograr que sintonicemos con los demás como piezas necesarias y únicas que permitan mover el motor de vida de nuestros congéneres de manera acertada. No es difícil pero debemos comenzar por nosotros.
La música es universal al igual que los dibujos, no dependen de nada, son libres como debe ser el alma y el corazón de cada uno de nosotros, para abrirnos a la melodía divina del entendimiento y de la razón, en procura de la felicidad.

LIBRO EN BLANCO

¿Alguna vez has visto un libro en blanco? Pareciera que quiero gastarte una broma, pero no es así. Quiero partir de esa imagen la cual de por sí es extraña. Todos los libros están escritos, con figuras, fotos, o sin ellas; escritos en diferentes idiomas, con tirajes de cientos o miles; de colores y tamaños variados; en fin. Pero un libro en blanco...no!
Cuando el ser humano nace y comienza su camino de desarrollo, está expuesto a muchos factores, unos buenos y otros no tanto. Es como un libro en blanco que comienza a escribirse. "El autor" pasa a ser "los autores", es decir, muchos impregnan sus "conocimientos" y "preferencias" sobre la vida de uno, y no digo con mala intención sino que a veces predomina cierta tendencia de más de uno de los familiares. Me pregunto si eso es correcto. Ya sé que el pequeño es indefenso y necesita protección, alimento, cuidados,etc. Pero esa suerte de "amoldamiento" muchas veces persiste en el tiempo. A determinada edad,uno cree que ya está formado y que tiene todo lo necesario para salir a la batalla de la vida. Pero ciertamente no es cierto. Y es más, uno va aprendiendo durante toda su vida, muchas veces a costa de sufrimientos, de necesidades, como también de alegrías y satisfacciones.
Lamentablemente, lo hecho, hecho está; y nadie lo puede "borrar". Queda como historia personal, de la cual debemos sacar siempre una enseñanza.
Y además, el libro en blanco lo vamos llenando de nuestras "hojas", experiencias personales.
Como siempre pienso, mirar al pasado debe ser por dos motivos: recordar lo bueno y grato de lo vivido; y, para sacar provecho en el presente, esto es, no cometer nuevamente los errores de antes.
Todos tenemos nuestros "libros en blanco", algunos bien cuidados, otros de manera irresponsable, algunos con muchas hojas bien escritas y con contenidos dignos de ser "leídos", otros con muy pocas páginas o páginas sin "contenido".
A determinada altura de nuestra vida, tomamos la pluma en nuestras manos y comenzamos a ser los autores irremediables y fanáticos de nuestras propias vidas. ¿Qué clase de autores somos? ¿Qué clase de autores deseamos ser?

LA VICTORIA ES MÍA!

Decir verdades es muchas veces comprometedor para muchas personas, o quizá para la mayoría. A estas alturas de la vida propia, creo sin lugar a dudas que decir la verdad no es sino sinónimo de compromiso real y generoso con al vida misma, con uno y sobretodo con Dios.
Así, me permito hacer un somero intento de la negación de la falacia, o más bien conocida como "verdad". En el más amplio sentido de la palabra. Y claro, desde una óptica peculiar y personal.

Hace unos días tuve la oportunidad de leer una diapositiva referida a la edad de cualquiera de nosotros, pero con la orientación del "hacer", teniendo en cuenta la experiencia ganada a través de los años y de la sensatez con que debe manejarse las actitudes de alguien como tú o como yo.

Si obramos de acuerdo con la razón solamente, estaremos cercenando parte de nuestro ser, y considero que eso es muy injusto. Si obramos sólo con el corazón, podemos caer en la tentación de no pisar suelo, como se diría popularmente.
Pero si ambos componentes están estrechamente unidos, no cabe la posibilidad de equivocarnos, sino más bien de enrumbar por el buen camino. Y ¿quién no quiere confiar en lo que desea?

Dicho este preámbulo, me permito exponer algunas consideraciones.
En primer lugar, y discúlpame que trate en primera persona, dicho sea de paso, así no me coloco en otra posición y a la vez no habría la posibilidad de incomodar a nadie.

Los años me permitieron ir aprendiendo muchas cosas de la vida, por ejemplo que se puede sentir hasta el punto de llorar, en lo alegre y feliz como en lo penoso y triste. Una experiencia de esas fue cuando murió mi papá, yo frizaba los 17 años aproximadamente. Una experiencia única y muy dolorosa.
Pero así como existen experiencias lamentables, también las hay felices, como cuando nació mi hija, un deseo concebido en el corazón y la mente desde mi juventud, incluso mucho antes de formalizar siquiera un enamoramiento. Por eso, a veces pienso que lo bueno siempre termina realizándose.

Para no salirme del contexto de la idea a la que me quiero referir, es que la vida nos ofrece oportunidades en cantidades muchas veces desconocidas e incluso que pasan de manera inadvertida a nuestros ojos. Lo que hace falta es agudizar no sólo la vista sino todos los sentidos,e incluso aquellos que existen y que no los desarrollamos y que van má allá de los 5 estudiados en el colegio.
La manera cómo tomemos esas oportunidades, el análisis que obremos sobre ello, las decisiones por último que asumamos, determinará nuestro futuro, sea este inmediato, mediato o lejano. Pero esta verdad representa una ley universal que trasciende muchos encasillados pensamientos; como también inquieta a aquellas personas que valiéndose de sus "conocimientos" pretenden manejar sentimientos e incluso vidas, no teniendo el derecho en absoluto de hacerlo, ni ahora ni nunca.

La edad a la que me refería al comienzo, no determina la manera del proceder de uno, puede alimentarlo y darle soporte asidero, pero en cuanto a la experiencia ganada, pero está mucho más adentro del ser de cada quien, en lo profundo del corazón y de la razón juntos, el poder de determinar la grandeza del vivir o la derrota perenne de la vida de una persona.

Si la vida debe ser bien vivida, esto es, buscando las metas supremas como el amor, la felicidad, el bienestar general, entonces vivamos de acuerdo a esos "frutos alcanzables", dejemos atrás aquellas bombas de pesimismos y equivocadas tendencias de hacer por hacer, o de caminar según lo que le gusta y decide la gente.
Fuimos creados seres únicos e irrepetibles. Por lo tanto, ¿cabría la idea de pensar que debemos ser como los demás, en el sentido de ser como ellos por lo que son? Yo creo sinceramente que no. Nuestro raciocinio y buen juicio nos dan la posibilidad de determinar lo que queremos, y nuestro corazón de quererlo con vehemencia sana hasta conseguirlo.
No importa la edad, nunca se es anciano hasta que uno se lo propone. ¿Lo has pensado alguna vez? Yo conocí a un hombre de más de 90 años y en su expresión del alma, en sus palabras y en su alegría, era un jovencito. ¿Conoces a alguien como el que te describí? Posiblemente que sí. Y ese es un ejemplo vivo de lo que digo.

Por eso, y a manera de conclusión personal, la determinación de alcanzar nuestras metas preciadas y más lindas, sólo está en nosotros. ¿Que quizá no lo podamos lograr? Tal vez. Pero déjame decirte que al igual que la felicidad no es una meta distante sino el camino por donde podemos atravezar en la vida; así también está la manera de inclinarnos para lograr realizar todo lo que ansía nuestro corazón y nuestra mente. Obvio que debe ser siempre positivo y que no pueda lesionar a los demás.

Termino diciendo que mi edad estará reflejada en mi proceder, en mi vitalidad para vivir bien mi vida, en el entusiasmo que ponga para hacer lo que quiero, sin caer en soberbia ni vanidad; vivir conforme a mis valores, pensamientos, sentimientos. Por eso, LA VICTORIA ES MÍA!

EL CORAZÓN DE LA RAZÓN

Dar de sí es lo que mueve a las personas de buen corazón. Pero ¿debemos tener sólo corazón o quizá la razón debe complementarlo? Yo creo que sí.
Muchas veces pensamos y queremos tantas cosas, y aquí viene lo importante: ¿lo podemos hacer? ¿cómo lo haremos? ¿estará de acuerdo con lo que supone nuestro bienestar? ...y muchas otras interrogantes que lo debe analizar la razón, porque a pesar de que pueda aparentar absurdo, es lo que asegura nuestro equilibrio y procura nuestra salud integral (psicológica, física, sentimental, etc.).
Cuando uno camina por la senda de la vida, concientemente y con el buen propósito de hacer siempre el bien, no faltan las contrariedades y situaciones nada buenas, que muchas veces nos hacen daño, y si la razón no estuviera atenta nos traería abajo no sólo nuestro entusiasmo sino también nuestros buenos propósitos. Y es más, luego de haber pasado un momento triste o doloroso, es la razón la que nos conduce nuevamente al encuentro de nuestro origen interno, y sacar desde lo profundo aquello que es nuestra base y soporte fiel, algunos le llaman principios, otros valores, pero para el caso es todo ese conjunto de mixturas que nos hacen ser quienes somos y quienes deseamos ser.
Entonces, cuando algo adverso sucede en nuestra vida, no debemos dejar que la situación se apodere de nosotros sino más bien sacar todo ese cúmulo de soporte que nos permita encumbrarnos y salir victoriosos, conociéndonos y queriéndonos, como debe ser.
Con esto no quiero decir tampoco que no hagamos caso a los susurros del corazón, de hecho que es importantísimo. Ya lo referí anteriormente, es nuestra esencia natural de la cual brota todo lo bueno, lo maravilloso, lo especial.
Razón y corazón, ambos deben coexistir siempre para bien nuestro. A veces no es así y nos damos cuenta porque "algo" no marcha bien. Está en nosotros mismos el analizar y dar equilibrio a esa singular relación.
Si nosotros deseamos algo bueno, hagámoslo. Pero si nos sentimos presionados y eventualmente agredidos en nuestro ser, debemos poner nuestra confianza en ambos: razón y corazón, a fin de encontrar la mejor respuesta y solución, porque después de todo, tenemos derecho a vivir bien, con la alegría y entusiasmo que caracteriza o debe caracterizar a todo ser humano. Todos tenemos derecho a ser felices.

¿RESPETO & CONSIDERACIÓN O RESPETO vs CONSIDERACIÓN?

“¡NO ME DIGAS NADA! ¿QUÉ VAS A SABER DE LO QUE YO VIVO?”! Pueden ser quizá dos de las tantas expresiones que existen en el uso diario de muchas parejas e incluso dentro de los miembros de una familia. Pero ¿es correcto pensar y actuar así? Muchas veces durante los años vividos escuché la máxima “De lo que hay en tu corazón habla tu boca” y entiendo que cada persona vive de la manera que cree es la más acertada, aunque podría estar equivocada. Y justamente de ello parte la reflexión que deseo comenzar ahora. Nuestras actitudes y posturas personales no son sino el producto de lo que `guardamos` dentro del corazón; vale decir, tal como somos por dentro así mismo lo expresamos hacia afuera. Las personas que tienen conflictos internos lo manifiestan hacia los demás generando solamente eso: conflictos. Son personas que no pueden hacer algo bueno sin que de por medio esté presente ese cúmulo de carga negativa, que hace daño tanto a los demás como a sí misma.
Pero también existe la otra clase de personas que viven una tranquilidad y armonía interna y cuando ingresan a los recintos de la vida de los demás, llevan consigo esa carga positiva, generando justamente todo lo bueno, alegría, paz, armonía. Y son aceptadas con suma facilidad de los demás e incluso buscadas a menudo, como imanes que atraen lo bueno hacia uno.
Para ambas clases de personas, considero que se debe tener respeto. Y es aquí cuando me propongo hacerte la pregunta: ¿a quién se debe tener consideración? Tal vez discrepe contigo, pero creo que la consideración se debe tener con aquellas personas a quien llevas en el corazón o te mueve éste último a querer. Es difícil tener sentimientos positivos hacia a aquellas personas que conoces y te hacen daño. Y a veces irreparable. Lo mínimo que uno puede tener (a criterio personal) es simplemente indiferencia. Es justo en este momento de la reflexión personal, hacer notar que si bien es cierto que dentro de muchas culturas y credos, existe una gama de valores que son derroteros de la vida singular o particular de muchos, subsiste el criterio lógico humano que nos debe llevar a abrazar determinadas conductas frente a hechos que nos suceden y que son adversos e incluso dañinos. Quisiera ilustrar con un ejemplo estas últimas líneas escritas: ¿Es fácil perdonar y olvidar las injurias de las que ha sido objeto una persona, y que han dañado no sólo su imagen sino también sus sentimientos? Particularmente no lo creo. Entonces, siguiendo con la reflexión personal, me hago la siguiente interrogante: ¿Es dable respetar y considerar a esa persona que te hizo daño? La respuesta que aparece entre los pensamientos es “sí”, y sólo si se tiene un gran corazón se daría. Pero si esa actitud maliciosa subsiste, ¿tendremos suficiente corazón para seguir perdonando y considerando a la persona que nos hizo y sigue haciendo daño? Ahora la respuesta categórica será “no”. Y esa es nuestra naturaleza humana de reaccionar, cabalmente, conscientemente.
Quiero terminar esta reflexión haciendo una última interrogante: Entonces, ¿se debe tener respeto y consideración a todos por igual, o no? Esto motivará quizá a darse la respuesta pronta “depende”.
Si bien dijo Jesús: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, entonces habría que “mirar hacia adentro” para saber cómo nos queremos porque partiendo de ello podemos querer a los demás, ¿no? Y en las Escrituras dice también: “…se debe perdonar setenta veces siete…” a quien te lastimó, pero no creo que la persona “afectada” caiga en el papel de no inteligente perdonando tantas veces a aquellas de las que recibió no uno sino muchos maltratos. Tal vez, a esas personas se les pueda tener una de las dos: o respeto o consideración, pero no las dos juntas.

DESPACIO SE LLEGA LEJOS...

¿Recuerdas este dicho? Pues bien, quiero tan sólo detallar algunos aspectos que considero muy importantes. (Nótese "muy importantes").
En primer lugar, cuando tengo la suerte y oportunidad de compartir ideas con algunos amigos y amigas, me doy con la esperada respuesta, de aquella pregunta que suele ser a veces tan gastada: ¿Vives bien? Y la verdad, en al mayoría de los casos, se pretende echar la culpa a la obligación de trabajar la que nos pone la vida de vuelta. Nadie intenta, yo menos, pensar ni imponer la idea de que nuestra vida "debe" estar dependiente del trabajo. Es necesario pero hay cosas más importantes. Quizá podremos colocarnos en dos grupos gruesos de personas: los prácticos y los ...no prácticos. En el primer grupo la tendencia es vivir el día a día, "sin hacerse problemas", por detallarlo de una manera muy simple, aunque no deja de tener sus visos variados y algo complejos también; por el otro lado está la posición de las personas (como yo) que pretende hacer de la vida no sólo una "estancia" confortable sino que también ve como una oportunidad de mejorar en la vida,sin dejar de ver el futuro próximo.
En uno y otro caso, creo que deberíamos intentar hacer algunos ajustes a nuestra vida tomando actitudes mucho más positivas, en primer lugar para conservar nuestra salud: física, emocional, psicológica, fisiológica, espiritual; y en segundo lugar, para ser un instrumento de paz y amor para servir a los demás. Muchas veces he escuchado decir que el amor como las energías positivas que emanas hacia los demás son cargas muy fuertes y muy positivas que regresan a tí, alimentando tu alma, tu corazón y todo tu ser.
Pero para llegar a ello, uno debe vivir bien. Esto es, dando el espacio y la importancia a cada momento, en lo referente a uno mismo. Si nuestra vida se vuelve tranquila, positiva, abrazando valores y poniéndolos en práctica, buscando hacer el bien a donde vayas y con quien estés, entonces será el comienzo de una vida llena de paz y de amor. Nuestros pensamientos son muy poderosos, y la manera cómo pensemos influye directamente sobre todo nuestro ser. Entonces considero que debemos ir cambiando algunos hábitos de vida para encontrar los mejores, y todo depende de uno mismo. Nunca es tarde, siempre es posible realizar esos cambios necesarios si realmente queremos no sólo vivir más sino y sobre todo vivir mejor.
Una vida calmada pero no pasiva, una vida llena de energía positiva y rodeada de paz y amor, es lo que debemos, cada uno de nosotros, buscar sin descanso, moviendo a nuestra "papelera" aquellas ideas y actitudes "obsoletas" para dar paso a nuevas formas de vida que nos "actualicen" y con todo el interés personal realizar periódicamente un "mantenimiento" con la finalidad de que no entren a nuestra vida "virus" que sofoquen nuestras expectativas de vida. Hay que poner un "sistema de seguridad" como un sentinela que vigile y controle los posibles ataques externos, y asumir inmediatamente, de ser necesario, una defensa efectiva y positiva.
Si tomamos en cuenta muchos factores positivos en nuestras vidas, como dormir lo necesario y suficiente, alimentarnos correctamente con productos saludables, escuchar buena música, relajarse diariamente en la quietud del alma, encontrarse con uno mismo por las noches, salir a bailar de vez en cuando, cantar con alegría, leer un buen libro, etc., etc. creo que haremos mucho por nosotros mismos. Después de todo...DESPACIO SE LLEGA LEJOS.

ES HORA


Con el cambiante suceder de la vida se hace imposible voltear a mirar el pasado. ¿Con qué finalidad? Pues con el único sentido de encontrar indicios de aquello que no hicimos bien y que debemos cambiar para mejorar precisamente nuestra vida. Este cambio, por supuesto, debe ser para mejorar y obtener lo que para muchos no existe en su existencia: la felicidad!

Y qué es la felicidad sino el cúmulo de experiencias no solamente agradables sino también lo que llena nuestra alma, espíritu y corazón. En una palabra, aquello para lo cual estamos sobre esta faz del mundo, así como lo desea Nuestro Creador.

Pero ya es hora de que hagamos este cambio necesario e importantísimo. Y creo que debemos cambiar primeramente con nuestras actitudes, primero hacia nosotros mismos y luego hacia los demás. Que no es fácil, seguramente. Pero para hacerlo hace falta un ingrediente indispensable: la voluntad, y esta debe estar seguida o estar unida a la convicción de l¡obtener lo que queremos en realidad.

Seguir como hasta ahora, enfrascados en un "modelo" obsoleto e impráctico no nos lleva a nada bueno, es más, estaremos acumulando la carga negativa que no nos permite avanzar, progresar.

Somos humanos y aunque errar es humano no debemos permanecer en tal situación inoperante.

Es hora de realizar los cambios necesarios para no sólo satisfacer nuestros más profundos deseos sino para hacer de nuestras vidas, dignas de ser vividas coherentemente y con la seguridad de obtener al final lo que anhelamos.

Y esto se puede traducir de una forma tan sencilla como única: amar.

¿Qué esperamos entonces?

No olvidemos que amar es buscar el bien de uno mismo y el de los demás. Entonces está en nuestras manos y nuestra decisión el hacerlo. Ya es hora de realizar lo que debemos.